Rodolfo Sánchez Garrafa
J. del O. ¾Hola hermano L. B., sabes bien que los espíritus extraviados y otros entes kármicos nos persiguen y hay veces que nos agarran desprevenidos. Tú sabes de mis gestas heroicas, lo digo sin falsa modestia, también has asistido a las horas en que hasta los más valientes hoplitas sucumben de impotencia. He vencido, sigo venciendo es cierto, pero a qué costo. Por eso, me pregunto como el filósofo de Röcken-Lützen:
“¿Cómo pude
soportarlo? ¿Cómo curé y superé semejantes heridas? ¿Cómo resucitó mi alma de
esos sepulcros? Sí, en mí hay algo invulnerable, insepultable, algo que hace
estallar las rocas: se llama mi voluntad. Silenciosa avanza e inalterable a
través de los años”.
La silenciosa isla
de los sepulcros. “Así habló Zaratustra” F.W. Nietzsche.
J. del O. ¾Buenos días hermano L. B.: Al fin decido compartir contigo una mirada mía, muy íntima, de los avatares que nosotros los seres filosofantes nos empeñamos en examinar de una manera que para otros es ajena. Seguramente, tu ojo agudo verá en las líneas que acompaño algo más que sombras acechando por las noches. Tú, tan ágil de mente, capaz de aguzar los sentidos ocultos, juzgarás si la fuerza que siempre me ha sobrado y mi acendrada autoconfianza hacen sentido o no con las emociones que, con insólita frecuencia, quiebran nuestros días. ¿Crees que este clamor es válido y será escuchado?
Poema de J. del O.
Si pudiste marcharte,
¿por qué no puedes volver?
si, ahogándome llamo para que vuelvas,
con la tristeza del sauce llorón,
con lágrimas de poyos y puquiales.
Mi llamado es apenas un susurro,
como la hierba temblorosa de verdes pastales.
Cuando te fuiste del pueblo,
el cielo lloró conmigo,
hubo lluvias torrenciales todo ese invierno,
ahora te llamo con el dulce croar de los sapitos,
con las sombras del alma, inmensas como nuestras montañas,
con los gorjeos de las aves cuando amanece,
en los bosques de eucaliptos, que reciben al amanecer.
El pueblo está vacío desde tu partida,
y te llamo para que no sigas siendo el hijo ausente,
errante, aventurero, perdido por otros lares,
vuelve al sitio donde naciste,
(Enviado desde el ojo de la Tierra Media, donde habitan los osos anteojeros de los Andes. En junio de 2025).
Luego de un silencio prudencial, volvió a hablar el cánido salvaje y fue escuchado.
L. B. ¾ Hermano Kshatriya, soportaste lo
indecible porque está en tu naturaleza. Los genes no atañen sólo al cuerpo sino
también a la mente que es donde reside la voluntad de afirmar la propia existencia
del ser. Y es que tú eres de chonta, de piedra del rayo y fuiste desde la
madriguera marcado con verde pelambre. Solo el tañido del arpa de madrugada
atemperó tus días sin mellar el ritmo de ese corazón desconfiado pero servicial.
Claro que recibiste una poca ayuda, casi nada, lo suficiente para restaurar tu vínculo
con la vida. Además, eres un oso especial, eres pragmático, no todos los osos
lo son. Pero ¿para qué querrías parecerte a otros?
Te dejo, por el
momento hermano, debo hablar con Pachakamaq. Sí, ese del mundo subterráneo.
Chorrillos, junio
de 2025.




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