Julio Gilberto Muñiz Caparó
TIERRA es la simbología ecuménica de MADRE. Su fuente principal es la mujer, porque mujer y tierra cumplen exitosamente las altas tareas que les encomienda la naturaleza. Por eso, en el Mundo Andino, a la Tierra, se le conoce como Pachamama, su deidad amada y respetada. Pacha, quiere decir: universo, mundo, tiempo, lugar; y, Mama es la palabra divina que encarna el concepto de fecundidad con generosidad.
La Pachamama es un Ser que produce, engendra, fecunda y distribuye las estaciones. Es, como diría Silvio L. Haro, “la madre de todas las cosas”, concepto cosmogónico universal que dice: “Todas las cosas tienen madre”. Con su energía de vida, la Pachamama, abona, enriquece, alimenta, fortalece, cura dolores y guarda generosamente al hijo que retorna.
Si para el mundo andino la tierra es una deidad dadora de vida, para la humanidad lo es también la mujer concebida con la virtud de ser madre y con la enorme responsabilidad de criar, porque de sus entrañas emerge el fruto del buen vivir. La mujer es semilla: siembra y cosecha. Al mismo tiempo es amor y protección. Dios bendiga a las madres del Perú y extienda su amparo a las madres del mundo.
La mujer, cuando Madre, es fortaleza con abnegación. Su entrega es por aptitud y su bondad es la herencia de su poder de gestación. La madre lleva cruces como tantos hijos tiene y su calvario no se detiene ni cuando se encienden las luces. La mujer Madre es el Amor. Es la esencia misma de la vida. La mujer, cuando es madre, es tierra fértil. De sus entrañas brota la cosecha humana. La mujer, cuando madre, es Tierra de Promisión: en su regazo se forma la inteligencia que crea. La madre es fuente de riqueza, es forjadora de la voluntad que descubre. Es la energía divina, porque de sus esencias surge la fuerza que transforma. La madre es centro de creación y núcleo de acción. En su potencia bulle el genio que inventa. Desde su matriz genera el dinamismo que produce.
Dios bendiga a las madres del Perú y extienda su abrigo a las madres del mundo.
El hijo que la mujer alumbra es la esperanza de un Universo sin fronteras que con amor completa la obra divina. Sin madre no habría nacido Jesús, el Hijo del Hombre. Su evangelio sigue siendo fresco como el manantial de la fe. La madre es yema de sabiduría. Sin ella no habría genios de la música, la pintura, la ciencia, la literatura, el deporte, la tecnología, el conocimiento.
Del vientre materno surge la cognición, la inteligencia, las virtudes que, a veces, se distorsionan y se enredan en una maraña social que ella no inventa ni desea. La madre sabe cuánto significa el discernimiento y lo pone como cuota hasta llegar al sacrificio. Su obra es magnánima; no tiene parangón porque, para lograrlo, es capaz de nadar contra la corriente y de contradecir a su propia fuente: la naturaleza. Dios bendiga a las madres del Perú y extienda su amor a las madres del mundo.
La mujer cuando es madre y antes que madre, tiene sabiduría innata para interpretar la vida. En Siglos y Milenios se ha desenvuelto con sapiencia y vocación sin contar con el respaldo de las leyes que reconocieran sus derechos. Sin embargo, grandes acontecimientos mundiales tienen su huella. No ha sido fácil para ella superar objetivos mayores en pueblos con vocación machista. Sometida a tareas de índole hogareña, fue marginada y discriminada. En pleno tercer milenio en la era de Cristo, todavía hay una gran mayoría de naciones que le niegan derechos y la agobian con obligaciones. Tiene poderosas limitaciones, aquellas que aún son controladas por normas obtusas y usos y costumbres arcaicos. Sin embargo, accede al conocimiento y a la información. Asume grandes responsabilidades en la colectividad, tareas que ha conquistado en históricas jornadas, mostrando su capacidad para organizar, dirigir, administrar y controlar aspectos neurálgicos de la sociedad. Ella es, ahora, dirigente social y conductora de importantes instituciones, sin abandonar un ápice su rol de madre y esposa. Con la modernidad es dueña de espacios importantes, tiene madera para liderar situaciones difíciles y es capaz de encontrar fontanas de rica inspiración para usar sus armas con bondad y corrección. La madre moderna cuenta con el aprecio y la aceptación de la sociedad, por su alta moral y solvencia para tomar decisiones. Ella ha agregado a sus bellos atributos, los de recta inteligencia y permanente equilibrio. Felicidades, Madres del Mundo.
Lima, mayo de 2025.
Comentarios
Publicar un comentario