Rodolfo Sánchez Garrafa
"Starosta"
es un cortometraje que debemos al, ciertamente, visionario director y guionista
Matías Fernández Santacruz (15 años). Como él mismo lo explica, Starosta es una
historia acerca del miedo hacia la realidad, que se pone de manifiesto en el
retraimiento patológico de la persona que lo sufre y que lo lleva a
desvincularse de la realidad (olvidar lo que es verdad). Para quienes no lo
sepan, les diré que esta producción viene a continuar una primera titulada “El
Solitario” que fue calificada de conmovedora, reveladora de talento,
originalidad y precoz genialidad.
Hay una evidente alusión del vocablo Starost a su etimología en idioma alemán, que recogiendo la historia eslava, nos permite saber que así se designaba a quien ejercía una posición de liderazgo oficial o no. También es traducible como "anciano” que viene de la raíz eslava star, igual a "viejo". Si unimos pasado y presente, como ocurre en realidad, pues la separación es ilusoria, nada impide que poder y autoridad a la corta o a la larga se den la mano con la isolation (el aislamiento). Así pues, el filme tiene como protagonista a una persona de la tercera edad, eufemismo lingüístico usado para referirse a los ancianos, quien vive en soledad, como muchos que aun tomando la máscara de las muchedumbres solitarias no hallamos la forma de huir de nuestro propio ser enclaustrado o del sentimiento de aislamiento espiritual.
El título de esta nota remite a la comprensión simbólica. No me refiero al entendimiento de secuencias de imágenes digitales provistas por una herramienta electrónica que permita representar acciones reales o posibles dirigidas hacia un fin, sino al manejo de arquetipos para transmitir discursos profundos y trascendentes, propios de una metafísica o de una filosofía de vida en construcción. La adquisición temprana de la comprensión simbólica, denota una maduración temprana y un trabajo constante de obrero; sentido en el cual, hay que augurar altas metas humanas al joven Martín Fernández Santacruz.
Podría
extenderme sin dificultad en aspectos de dominio tecnológico que no le son
extraños al productor de Starosta; sin embargo, me quedaré esta vez en el terrero
significante de las metáforas tan caras a la maestría de todos los tiempos.
Martín ha tenido el buen ojo de recurrir a las dotes actorales (para mí hasta
ahora pasadas por alto) de su abuelo Rolando, quien -dicho sea de paso- ha
contribuido sin duda en la profundidad de la realización. Hay maneras de
enfrentar el tránsito en los cruceros de la vida terrenal. Pienso que el shock,
administrado en Starosta (Santa Rosa Santa), es una cruz de vida y muerte, de
altura y hondura, que nos insta a entender mejor los silencios y hallar las
formas de no perder los nexos con quienes, es de esperar, estén allí para
darnos el adiós y hacer que el mensaje de nuestras vidas llegue a buen destino.
(Nota: Buscar el video del cortometraje en Youtube, con el título de "Starosta")
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