Ir al contenido principal

FANZINE «POETAS DEL ASFALTO» Nº 162. ADVERTENCIA A TODOS ¡CARAJO!

Rodolfo Sánchez Garrafa

He pasado re-vista con fruición, una y otra vez, al volumen de fanzine "Poetas del Asfalto Nº 162"; de manera que, en este caso, cabe puntualizar que no escribo un comentario de ocasión. Hace tiempo que he pasado a ser un aficionado más de esta publicación tan especial, y, me atrevo a decir, tan única, en nuestro medio. No solo eso, soy admirador de muchos de los que han escrito y escriben en sus páginas. En cada número de esta revista encuentro literatura con sello propio, periodismo de opinión absolutamente libre, crónicas ácidas y sabrosas, arte, convicciones firmes contra todo convencionalismo, pluralidad hasta el desborde, por lo cual, insisto, no me siento un mero curioso, ni un extranjero en sus páginas.

Karen Tabata junto a Richi Lakra
Como se sabe, el fenómeno fanzine ha cautivado público desde siempre. A mí, que soy bibliófilo, el fanzine impreso en Lima o en el extranjero ha llamado mi atención de manera particular, me ha impresionado su forma, el predominio de su factura artesanal y el hecho de que contenga textos literarios ilustrados de manera insólita. De todos modos, no he sido jamás escéptico frente a las características del fanzine, lo que llegaba a mis manos ampliaba mi visión del mundo, era un material que me permitía descubrir realidades y experiencias que de otra manera no habría conocido, esta fue una de las formas en que se enriqueció la mirada plural que era sustantiva dentro de mi ser andino, introducido en la gran metrópoli en el vientre de un caballo cordillerano.

Cómo no iba a sentirme atraído, entonces, por esa hornada de creadores marginales y subterráneos que son los Poetas del Asfalto, a quienes solo pude conocer personalmente en la primera década del presente siglo, puesto que mi vida bohemia urbana, en los 70 al 90 se limitó a los bares de rockola, las canchas y coliseos de gallos, los guarikis de barrio en el Rímac, Breña, San Martín de Porres y alrededores de la Plaza Bolognesi, con mis contertulios que eran bebedores románticos, pendejos con calle y algunos pragmáticos, pocos poetas. Jamás vi, eso sí, a los poetas del asfalto como viejos nostálgicos, más bien los he mirado como jóvenes contraventores, verdaderos contestatarios, capaces de avergonzar la falta de sinceridad en muchos discursos de resistencia.

Ahora, a los años, puedo decir que en los Poetas del Asfalto subsiste, con aire de eternidad, la gloriosa época de la fotocopia. Menos mal que las fotocopiadoras se hallan en vigencia, ajenas a la represión del capital que se apropia y quiere exclusividad sobre el conocimiento. Tecnología, claro que hay tecnología en el arte de la difusión que se practica desde el asfalto, pero es una tecnología pertinente, al alcance de los escasos recursos monetarios de una economía de subsistencia. Y creatividad, oh capacidad humana de inventar y dar soluciones al ansia de expresar, de decir lo indecible y en las formas más inesperadas, rotundas y no pocas veces exasperantes, es la nota saltante de los poetas del asfalto, cuyas muestras de collage y fotocopiado alcanzan, según lo veo, una estética siempre provocativa que se nutre del imaginario colectivo y, a la vez, lo abona.

Charles Bukowski (Henry Chinaski)

El collage de los poetas del asfalto es una técnica artística especializada, sus realizadores son expertos con visible recorrido, ejemplares de vanguardia constructivista, no pocas veces surrealista, expresionista, futurista, oscuro sin ser macabro, visceral, y paro de seguir con la cuenta. Lo que quiero decir es que nada de lo subterráneo les es ajeno a estos poetas del asfalto. El que quiera comprender que comprenda.

Hablo solo de lo que conozco, un aspecto de esto es la vinculación de la palabra y la música en el legado de los poetas del asfalto limeño. Ahí están las huellas de Eutanasia, cuyo brillo cubre el quinquenio 85 al 90, y que, según Mijail Palacios, fue la primera banda limeña en asumir la condición de punk, con su discurso más político-social y anarquista, por lo tanto, con mucha empatía y proximidad a los poetas del asfalto que harían mucha labor posterior para perennizar esa impronta musical e ideológica.

Con estas y otras características, que no tengo el dominio suficiente para tratar, el Fanzine Poetas del Asfalto está cumpliendo 26 años de su aparición, lo que quiere decir que su primer número debió circular en 1995. Consecuentemente, el Nº 162 ratifica el récord que lo constituye en la publicación más longeva de su género en nuestro medio. Podemos, perfectamente, hacer nuestras las apreciaciones que hace ya once años vertiera Gabriel Ruiz Ortega al respecto; Fanzine Poetas del Asfalto es la publicación más honesta (en el sentido de su coherencia entre el decir, pensar y actuar) que se pueda encontrar en la literatura peruana actual, con poetas reconocidos por su militancia (hablo, por supuesto, de sus huestes, no de los invitados circunstanciales por muchos méritos que les asista), que han escrito como solo podrían hacerlo unos detectives salvajes y perseverantes. Por lo tanto, pienso que no se trata de gente que asume una postura, sino de personas que se hallan bien paradas, posicionadas racional y afectivamente en una perspectiva literaria y político-social sobre el entorno urbano nacional y la vida humana como tal. 

No soy el indicado para hacer historia, solo diré que, en lo que a mí respecta, Ricardo Vega Jaime, mejor conocido como “Richi Lakra”, es el rostro visible, superviviente de los fundadores, a quien acompañan Luis Mujica Marino (el Primo), el virtuoso dibujante Fernando Laguna Silva, Nataly Celio, Daniel Gutiérrez, Rodolfo Ibarra, Wendy Abadeer, Lilian Carvo, Fernando Cassamar, Mary Soto, Pavel Yavar, César Urviola, Barfly Vega, July Gálvez, Patty Camacho y, otros, anotando también la reclamada sombra histórica del fallecido Beto Maya.

A 25 años de su aparición, ha entrado en circulación el número 162 de Poetas del Asfalto, como un tributo a la figura icónica del viejo e "indecente" Charles Bukowski (Henry Chinaski), figura descollante en la literatura del siglo XX, por su realismo, su exhuberante impertinencia, sus descaradas convicciones, su locura extraordinaria y sus humanas pulsiones. En un volumen compilado con formato de libro Fanzine, aparecen escritos de Rodolfo Sánchez Garrafa, Milagros Rivera, Daniel Gutiérrez Hijar, Marizabel Oktubre, Dafne Castañeda, Julio Se Busca, Gori Wayra, Jorge Camote, Jorge Botellas, Julio Barco, Santiago Risso, entre otros poetas y narradores. En el lado de arte gráfico, afortunadamente se sigue contando con Fernando Laguna, caricaturista legendario, y, el aporte de Kalaveriko, responsable de los diseños del proyecto.

Este 2021 –año de virus y muertes– es para los poetas del asfalto un tiempo propicio para activar cultura y hacer arte. El tío Richi Lakra, un Exalumno del Colegio Nacional Nuestra Señora de Guadalupe, también sueña, como el ser humano que es, pero considero que ya es consciente de haber logrado lo que muchos no alcanzarán, formar parte de los nunca vencidos y de ser uno de los que en su escenario dio voz a los habitantes de los cerros de Lima y a muchos de los seres que pueblan su inframundo. Como ha dicho Fernando Cassamar, Richi vive junto al cielo, pero habita en el infierno; agrego que Ricardo Augusto Vega Jaime es zorro con innata capacidad de viajar entre mundos sin dejar de ser lo que es.

Richi Lakra en un enérgico discurso-UNFV.

¿Cómo se agenciaron los poetas del asfalto para llegar al número 100? –se preguntaba en su oportunidad el comandante Rodolfo Ibarra–, ahora hay que hacer la gran pregunta ¿Cómo han podido alcanzar la inusitada cota de los 162 números? Con 154 pp., el Fanzine Poetas del Asfalto 162 es un hito en un recorrido que cubre 25 años de activa presencia en las “sucias calles” del centro de Lima y su entorno inmediato. Podemos responder: Con ideas, con "punche", temeridad u osadía, adaptación biológica y cultural; pero, sobre todo, con alma de poetas.

SI ADMIRAS Y VALORAS LA GESTA DE LOS POETAS DEL ASFALTO, ADQUIERE TU EJEMPLAR DEL Nº 162 DE SU FANZINE. Está buenazo.



Comentarios

Entradas populares de este blog

PABLO NERUDA EN CUZCO 1943

R odolfo Sánchez Garrafa   Corría el año de 1943. Era octubre y entraba la primavera en esta parte del mundo. Tremendos sucesos que cambiarían el curso de la historia universal se habían suscitado ya, para entonces, en el marco de la Segunda Guerra Mundial: La victoria de los EE.UU de Norteamérica sobre los japoneses en la larga batalla de Guadalcanal; la destrucción del Afrika korps en Túnez; la batalla de Kursk u Operación Ciudadela, el mayor enfrentamiento de tanques en todos los tiempos, con el triunfo de los soviéticos en algo más de mes y medio de lucha; la Operación Husky, como se denominó al desembarco de tropas británicas y estadounidenses en la isla de Sicilia con su consecuente ocupación en poco más de un mes. En estas circunstancias globales, el ya famoso poeta chileno Pablo Neruda, 1  hasta entonces diplomático de su país, al que representara desde 1927 en Asia y Europa, volvía a Chile dejando su cargo de Cónsul General en México. El itinerario de retorno esta

José Watanabe Varas. A propósito de su poema «El nieto»

Rodolfo Sánchez Garrafa Conocí a Pepe Watanabe en los años 70, ambos trabajábamos en el Instituto Nacional de Investigaciones y Desarrollo de la Educación – INIDE, un organismo creado bajo el halo del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas conducido por el General Juan Velasco Alvarado. En el INIDE alternábamos de diversas maneras con intelectuales destacados en diversos campos, siendo ilustrativo señalar en aquel momento a Mauricio San Martín, Raúl Gonzalez Moreyra, José Carlos Fajardo Torres, Luis Piscoya Hermoza; en el área de las letras y el arte era visible la presencia de Carlos Germán Belli, Raúl Vargas Vega, Jesús Ruiz Durand, Danilo Sánchez Lihón, Augusto Higa Hoshiro, Nilo Espinoza Haro, Nobuko Tadokoro, Juan Cristóbal, Lorenzo Osores, Víctor Escalante, entre otros. Una pléyade de personajes sin duda. Sabemos que José Watanabe nació en Laredo, un pequeño pueblo al este de Trujillo, en 1945. Sus padres: Paula Varas Soto, peruana, de origen serrano y Harumi

HOMERO ALCALDE CABANILLAS EN SUS LABERINTOS DE MAGO*

I ván Loyola** Conocí a Homero en los lejanos ochenta, cuando en la antigua cantina Cordano, frente a Palacio de Gobierno, soñábamos con la vida del escritor. La vida nos llevó por distintos rumbos, pero nos volvimos a encontrar el año 2,000 en París, donde Homero tenía ya casi dos décadas y recién había publicado su primer poemario, Memoria de Espejos. Nos reencontramos el 2002 también en la ciudad más bella de Europa (no digo del mundo porque llevo a Buenos Aires atravesada en el cuore) y de allí fue un largo hiato hasta volvernos a ver, ya en Perú, vueltos ambos de nuestras peripecias allende los mares (yo viví casi 17 años entre muertos y heridos entre Vancouver y Alaska) y Homero se había ya apuntado su segunda obra, Reydiví. Yendo al libro, el epígrafe resume el espíritu del trabajo: la iniciación del ser en una nueva etapa de la vida, un descubrimiento interior, que, análogo a los ritos de iniciación, el coming of age, dan paso a la exploración de un nuevo yo. Alcalde escoge bie