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El mago de Oz RSanchezG 2020

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José Watanabe Varas. A propósito de su poema «El nieto»

Rodolfo Sánchez Garrafa Conocí a Pepe Watanabe en los años 70, ambos trabajábamos en el Instituto Nacional de Investigaciones y Desarrollo de la Educación – INIDE, un organismo creado bajo el halo del Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas conducido por el General Juan Velasco Alvarado. En el INIDE alternábamos de diversas maneras con intelectuales destacados en diversos campos, siendo ilustrativo señalar en aquel momento a Mauricio San Martín, Raúl Gonzalez Moreyra, José Carlos Fajardo Torres, Luis Piscoya Hermoza; en el área de las letras y el arte era visible la presencia de Carlos Germán Belli, Raúl Vargas Vega, Jesús Ruiz Durand, Danilo Sánchez Lihón, Augusto Higa Hoshiro, Nilo Espinoza Haro, Nobuko Tadokoro, Juan Cristóbal, Lorenzo Osores, Víctor Escalante, entre otros. Una pléyade de personajes sin duda. Sabemos que José Watanabe nació en Laredo, un pequeño pueblo al este de Trujillo, en 1945. Sus padres: Paula Varas Soto, peruana, de origen serrano y Harumi...

REFLEXIONES COSMOLÓGICAS Y HUMANAS EN EL DÍA DE LA MADRE

  J ulio Gilberto Muñiz Caparó TIERRA es la simbología ecuménica de MADRE. Su fuente principal es la mujer, porque mujer y tierra cumplen exitosamente las altas tareas que les encomienda la naturaleza. Por eso, en el Mundo Andino, a la Tierra, se le conoce como Pachamama, su deidad amada y respetada. Pacha, quiere decir: universo, mundo, tiempo, lugar; y, Mama es la palabra divina que encarna el concepto de fecundidad con generosidad. La Pachamama es un Ser que produce, engendra, fecunda y distribuye las estaciones. Es, como diría Silvio L. Haro, “la madre de todas las cosas”, concepto cosmogónico universal que dice: “Todas las cosas tienen madre”. Con su energía de vida, la Pachamama, abona, enriquece, alimenta, fortalece, cura dolores y guarda generosamente al hijo que retorna. Si para el mundo andino la tierra es una deidad dadora de vida, para la humanidad lo es también la mujer concebida con la virtud de ser madre y con la enorme responsabilidad de criar, porque de sus en...

HOMERO ALCALDE CABANILLAS EN SUS LABERINTOS DE MAGO*

I ván Loyola** Conocí a Homero en los lejanos ochenta, cuando en la antigua cantina Cordano, frente a Palacio de Gobierno, soñábamos con la vida del escritor. La vida nos llevó por distintos rumbos, pero nos volvimos a encontrar el año 2,000 en París, donde Homero tenía ya casi dos décadas y recién había publicado su primer poemario, Memoria de Espejos. Nos reencontramos el 2002 también en la ciudad más bella de Europa (no digo del mundo porque llevo a Buenos Aires atravesada en el cuore) y de allí fue un largo hiato hasta volvernos a ver, ya en Perú, vueltos ambos de nuestras peripecias allende los mares (yo viví casi 17 años entre muertos y heridos entre Vancouver y Alaska) y Homero se había ya apuntado su segunda obra, Reydiví. Yendo al libro, el epígrafe resume el espíritu del trabajo: la iniciación del ser en una nueva etapa de la vida, un descubrimiento interior, que, análogo a los ritos de iniciación, el coming of age, dan paso a la exploración de un nuevo yo. Alcalde escoge bie...